ALBIS





La respiración está agitada y la visión casi nublada, recorro en desespero las calles abandonadas de este pueblo vacío y secreto.


Solo sombras atesoro en las ventanas, personas que me ven en silencio, mientras corro con miedo.


La calle solo posee un faro y es lo único que alumbra la vista.


Huyo porque no se donde estoy ni como llegué,  mi respiración es una agonía.


La oscuridad parece tragar mis pasos poco a poco y escucho una carcajada atrás de mis espaldas parece que me quiere devorar y solo corro a zancadas.


De repente las sombras de las personas en las ventanas empiezan a golpear con fuerza las mismas y con uñas largas y podridas empiezan a raspar.


Me detengo un momento a observar el espectáculo sombrío y grotesco, veo que las sombras de la ventanas empiezan a gritar con fuerza y desgarro un ruido extraño.


Cuando de sus bocas solo sale ruido blanco como si fueran televisores dañados y sus ojos empiezan agrandarse hasta tomar la forma de las ventanas y de repente la carcajada que me seguía se vuelve incesante y sombría y entre susurros a mis espaldas repiten palabras de desconsuelo.


Mira!! mira!!mira mira!!   


Mi respiración empieza agotarme y el piso empieza a tragarme de repente mis pasos son más pesados, el ruido blanco empieza a martillear mi cabeza y la fatiga ya empieza hacer inmutable. 


Los ruidos de los arañazos son más fuertes y en una de repente se rompe la ventana, el sonido de los pedazos de vidrio golpeando la calzada me paraliza y de un momento a otro sopla una brisa, el ruido termina y la oscuridad me domina.


El único faro que alumbra con tenue sombrío el camino se marchita.


Y siento como una brisa es más fuerte y fría y al ver solo oscuridad en cada esquina decido sentarme en amargura con mis piernas recogidas.


De repente siento un sonido atrás mío pero mi miedo evita que mire al vacío, el sonido se acerca a mi con fuerte intensidad y algo me dice al oído con voz ronca y grave ¡!mira atrás!!! 


El momento se vuelve fuerte y salgo corriendo a toda madre, siento que unos fuertes pasos me siguen y veo una luz celeste que brilla en una casa distante.


Corro a la casa, entro con miedo y suspiro al instante, grito auxilio y una melodía oscura de un piano viejo y austero suena en la sala con tono gris y ronco, ese sonido me invita intrigantemente a escuchar de cerca.


Me acerco a la sala y veo moscas sin alas arrastrándose por el piso, presas de una luz de poco brillo.


Abro con cuidado la puerta de la sala y el ruido blanco suena de repente en mi mente con fuerza y allí frente a mi veo un ser extraño y sombrío, ser de dos cabezas rodeado de televisores sin señal que solo emitían ruido.


Al pisar hago un profundo sonido y una de esas cabeza regresa a verme y me sonríe con unos dientes largos y amarillos, levanta su pata emplumada y con seguridad señala a la pantalla, mientras la otra cabeza que veía a través de mi alma se levanta y con una voz roca y profunda dice mira, mira, mira, mira y solo empezó a repetir esa palabra una y otra vez mira, mira, mira y cada vez lo decía con más fuerza casi como si fuera una alerta.


Con desespero y miedo cierro los ojos y tapo mis oídos al abrir no había nada ni nadie en esa sala fría, creyendo que todo era producto de mi imaginación que era el cansancio dueño de mis pensamientos que torturaba mi cordura y firmeza decido suspirar levemente y darme unos cuantos golpecitos en la cabeza.


Todo estará bien me decidía a mi mismo, solo camina y respira con sutileza y cariño decido salir de la habitación y de repente veo que todo se vuelve brillante y la luz me ciega un instante, al fregar mis ojos y abrirlos bien, veo que estoy rodeada de pantallas gigantes y una sombras al rededor mío de desconsuelo me gritaban míranos, míranos todo esto me dejó con un parálisis frío y al alzar la cabeza veo las cabezas emplumadas gigantes mirándome desde arriba y con roncas voces decían ahora mírate!!




                                                                                                                Cuento e Ilustración

                                                                                                                                    Isabel Albornoz.

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