La Pequeña Sombra

Nunca conocí una sombra más deprimente que aquella.

Navegaba en un rincón de mi cuarto, sin rumbo y sin olvido; su voz era un suave suspiro que escapaba de su frágil aliento de repente, sus ojos se hundían en la oscuridad dando la sensación de no tenerlos y su boca se encontraba cerrada como si estuviese cosida por sus mismos labios. Su figura triste y miserable le impedía moverse es por eso que se mantenía en la misma posición todos los días siempre y cuando entrara un rayo de luz por mi ventana esta sombra aparecía ahí sentada en el mismo rincón, más cuando la oscuridad derrochaba su frío días enteros, no aparecía la sombra

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